Características de personas sordas que usan el lenguaje de signos

El desarrollo de los niños sordos. Desarrollo comunicativo y lingüístico y desarrollo cognitivo.


El desarrollo comunicativo y lingüístico.

Los procesos de socialización lingüística son distintos como distintos son los ambientes en los que se desarrollan los niños sordos. Los niños sordos cuyos padres son signantes (utilizan la lengua de signos) adquieren de forma espontánea la lengua de signos que se utiliza en el ambiente familiar. La relación es similar a la que se produce entre el niño oyente y el lenguaje oral hablando en su familia. En esta situación se halla al menos el 10 % de niños sordos cuyos padres también son sordos. Losa demás niños sordos tienen padres que de entrada no conocen la lengua de signos y utilizan la lengua oral, aunque se ven obligados a aprender algún sistema de comunicación signado al valorar las consecuencias positivas que puede tener para su hijo (en la mayoría de los casos la lengua de signos propia de la comunidad de personas sordas).




La comunicación temprana.

Las diferencias entre los niños sordos y los oyentes comienzan a manifestarse desde los primeros meses de vida. Los lloros, balbuceos y arrullos de los primeros cuatro meses son iguales en unos y en otros, pero estas expresiones vocales empiezan a descender en los niños sordos con pérdidas auditivas severas y profundas a partir de los cuatro-seis meses. La ausencia de feedback  auditivo de sus propias vocalizaciones contribuye decisivamente a esta desaparición. Mientras que los niños oyentes  comienzan desde los primeros meses a desarrollar pautas de entonación adecuada al lenguaje oral que escuchan, a responder diferencialmente a estas entonaciones y a establecer la relación entre sonido y visión, los niños sordos no manifiestan de forma semejante estos comportamientos.




            La adquisición de la lengua oral.

El proceso de adquisición del lenguaje oral por los niños sordos profundos es muy diferente al de los niños oyentes a al de los propios sordos en relación con la lengua de signos, según se describirá posteriormente. Los niños sordos, especialmente si la sordera es profunda, se enfrentan a un difícil y complicado problema como es el de acceder a un lenguaje que no pueden oir. Su adquisición no es, por tanto, un proceso espontáneo y natural, vivido en situaciones habituales de comunicación e intercambio de información, sino que es un difícil aprendizaje que debe ser planificado de forma sistemática por los adultos. Las palabras se incorporan poco a poco al vocabulario del niño, convirtiéndose su adquisición en un objetivo en sí mismo, lejos de un contexto comunicativo interactivo.

La conclusión de todos los estudios que se han realizado al respecto es que la comunicación gestual no debe ser contemplada solamente como un añadido o un sustituto de la lengua oral, sino como un precursor o incluso un facilitador del desarrollo del lenguaje.




La adquisición de la lengua de signos.

Numerosos  estudios realizados sobre la adquisición de la lengua de signos han comprobado que su evolución es muy semejante a la que se produce en los niños oyentes en relación con la lengua oral. Esta similitud básica, sin embargo, no impide que se manifiesten determinadas diferencias debidas a su distinta modalidad de expresión, manual u oral. Estas profundas semejanzas encontradas entre la adquisición y el desarrollo de la lengua de signos y la lengua oral no debe obviar que cada una de estas lenguas tiene una modalidad propia de expresión, lo que provoca diferencias específicas entre ambas. Fernández Viader (1996) recoge un ejemplo que es representativo de las posibilidades de la lengua hablada, que se expresa de forma sucesiva, y de la lengua signada, que se expresa de forma más simultánea. Dos palabras no se pueden pronunciar al mismo tiempo. Sin embargo, algunos signos, equiparables a una  frase, pueden expresarse de forma simultánea, integrándolos en una expresión signada más amplia en la que se utilizan ambas manos, o las manos y el movimiento de la cabeza.




El desarrollo cognitivo.

El libro de Myklebust (1964) sobre la psicología del sordo recoge la tesis de que el desarrollo de la inteligencia de los sordos es diferente al de los oyentes. El dato principal en el que se basa es que su pensamiento está más vinculado a lo concreto y presenta más dificultades para la reflexión abstracta. Esta constatación no impide que en muchas pruebas de inteligencia, especialmente aquellas con menor contenido verbal, los resultados que obtienen los sordos sean similares a los de los oyentes. Por estas razones es posible desarrollar una psicología propia de las personas sordas. Esta diferencia procede de las limitaciones que tienen los sordos para acceder a la información, por lo que su atención se centra sobre todo en sus experiencias internas. La ausencia del sonido limita el acceso al lenguaje, lo que a su vez va a influir en el desarrollo del pensamiento abstracto y reflexivo.

Hans y Furth (1966, 1973) después de numerosos estudios obtuvo la conclusión de que la competencia cognitiva de los sordos es semejante a la de los oyentes. Los sordos atraviesan por los mismos procesos de desarrollo aunque de una manera un poco más lenta debido a las  “deficiencias experienciales” que el sordo vive.




Pensamiento lógico concreto e hipotético deductivo.

Los niños sordos presentan una evolución similar a la de los niños oyentes aunque con un retraso entre dos y cuatro años, en función del nivel de abstracción requerido para alcanzar el concepto estudiado.

El pensamiento hipotético-deductivo es el que caracteriza  la etapa de las operaciones formales. Piaget ha reconocido la importancia del lenguaje para alcanzar este nivel intelectual, por lo que cabe esperar que los niños sordos con mayor retraso lingüístico tengan más dificultades para dominar este tipo de pensamiento. Los estudios realizados ponen de manifiesto estas dificultades, aunque existen diversas interpretaciones. Se cree que la causa del problema se debe al tipo de enseñanza que reciben los sordos, demasiado concreta y literal, el factor de las limitaciones para el pensamiento abstracto que manifiestan los sordos (Woods et al., 1986).




Conocimiento e información.

La adquisición de conocimientos está muy relacionada con la capacidad de recibir información y elaborarla adecuadamente. No es extraño por tanto, que los sordos tengan mucho más restringido sus conocimientos de realidad.

La investigación realizada por Esteban Torres (1986) sobre el recuerdo de cuentos y narraciones en niños sordos pone de manifiesto estas limitaciones. Los niños sordos de cuatro a seis años con pobre nivel lingüístico presentan muchas más dificultades para recordar secuencias narrativas de la vida diaria que los niños oyentes y que otros niños sordos que han adquirido la lengua de signos.

La tesis doctoral realizada por Harris (1977) analizó el estilo cognitivo reflexivo o impulsivo de los niños sordos. Comprobó que aquellos niños que han adquirido la lengua de signos desde pequeños tienen una manera más reflexiva de enfrentarse a los problemas que aquellos otros niños sordos que solamente se han enfrentado con la lengua oral y que todavía no la han interiorizado suficientemente.




Las capacidades del niño.

El conocimiento de las capacidades comunicativa, cognitiva y social del niño, así como sus posibilidades de aprendizaje, son un objetivo imprescindible para hacer una evaluación psicopedagógica.

Debemos conocer las capacidades a nivel comunicativo-lingüístico. Su objetivo es conocer  el nivel fonológico, morfosintáctico, semántico y pragmático que ha alcanzado el niño en su comunicación oral y, si utiliza otra modalidad comunicativa, en la lengua de signos. La estrategia más adecuada suele ser la observación en  situaciones de interacción, si el niño es pequeño o tiene una pérdida auditiva profunda. La colaboración con padres y profesores, es imprescindible para hacer la evaluación completa.

La evaluación del desarrollo cognitivo es otra dimensión importante para tenerse en cuenta. Entre dos y seis años, la observación del juego simbólico, es el instrumento más rico para conocer su evolución. Para ello es preciso facilitar al niño diferentes juguetes y materiales que permitan analizar este factor. A partir del juego que realiza en compañía de sus padres o de otros niños se puede también analizar su nivel y estilo comunicativo.

El análisis de las habilidades sociales del niño es una dimensión que debe tenerse en cuenta, ya que los niños sordos suelen tener dificultades en su relación con las personas oyentes. El instrumento principal para analizar este comportamiento es la observación y la información que proporcionan los padres.

Finalmente es preciso conocer la competencia del niño en las distintas áreas curriculares a lo largo de su proceso de aprendizaje. Es una información que proporciona el profesor y que debe servir para conocer las dificultades que encuentra el niño, así como los apoyos y adaptaciones curriculares que necesita.




El contexto escolar.

Hay que valorar el tipo de comunicación que se establece con el profesor y con los compañeros.             Considerar si favorece los intercambios comunicativos y si permite que el niño acceda a los aprendizajes escolares.

Hay que evaluar también el ritmo de aprendizaje del niño sordo y comprobar los cambios que se deben realizar en los distintos componentes del currículo para adaptarlos a las posibilidades del niño.

También hay que observar la influencia de de otros factores, como la luminosidad, la acústica del aula o la ubicación del alumno en relación con el profesor, la pizarra o cualquier otra fuente de información.




El proceso de enseñanza.

Las decisiones más importantes que se han de tomar a lo largo del proceso de enseñanza son: los sistemas de comunicación, las adaptaciones curriculares y el tipo de escolarización.




Los sistemas de comunicación.

En los países del Sur de Europa, existe la tradición que defiende el valor de la comunicación oral en la educación de los niños sordos. La lengua de signos como un conjunto de gestos icónicos y poco estructurados, y el miedo a que su utilización interfiera en el aprendizaje de la lengua oral ha conducido a rechazar la incorporación de sistemas manuales de comunicación en las escuelas para sordos.

Esto se cuestiona desde diferentes perspectivas. Se ha comprobado que los métodos exclusivamente orales no ha conseguido que los alumnos sordos alcancen niveles satisfactorios en lectura labial, expresión oral o lectura de textos escritos. En segundo lugar, los estudios sobre la lengua de signos han establecido su valor lingüístico y su capacidad para expresar no solo  la realidad concreta sino también el mundo poético o abstracto. En tercer lugar, los estudios sobre la adquisición temprana de la lengua de signos han comprobado su influencia positiva en la inteligencia, comprensión lingüística, vocabulario y lectura labial, no encontrándose diferencias con otros niños sordos en lectura e inteligibilidad del habla.. Estos datos conducen a revisar los métodos exclusivamente orales. Se han incorporado nuevos sistemas visuales en la educación de los niños sordos: la palabra complementada y los sistemas de comunicación bimodal. Se ha recuperado la utilización de la lengua de signos.

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